Si piensas en comida enlatada, tu cabeza la afilia a una calidad nutricional deficiente, apariencia deficiente, «comida poco saludable» o incluso «comida triste». De hecho, se le han atribuido efectos venenosos al material de empaque. ¿Se debe evitar la comida enlatada? Como (casi) en la comida, todo está lleno de grises.
Por supuesto, es inteligente tener una nutrición completa de alimentos nuevos, pero nuestra vida diaria no lo permite. ¿Por qué no tomar el mérito de quien transforma esta cortina cruda y la hace más duradera?
Hay otras características para conservar esos tejidos nuevos en crudo que conservan la misma calidad nutricional: congelados y enlatados o enlatados. Eso sí, en ellos hay que buscar alimentos más que productos, no es lo mismo espinacas congeladas que surimi rebozado.
Como en casa, pero con más tiempo, tensión y temperatura. Se elige el paño crudo, se lava, se trocea o se sazona si es necesario.
Luego se somete a un procedimiento térmico con el tiempo y deformación adecuados en el propio envase, logrando una esterilidad interna que garantiza que se mantengan sus hogares y protección por mucho tiempo.
Los máximos nutrientes termolábiles como el A o el C pueden disminuir, pero también lo hacen cuando los cocinamos. En cambio, otros como el D y otros macronutrientes y minerales se mantienen intactos. Incluso en el caso del licopeno del tomate, el se incrementa, al igual que los ácidos grasos B3 u Omega 3 del pescado, en los que habrá más en las conservas.
Durante mucho tiempo se cuestionó la protección de las latas a través de las telas de empaque. Podemos estar tranquilos, esas telas son analizadas y aseguramos que no hay migración a alimentos en cantidades que nos interesan.
Eso sí, una vez abiertos, si quedan restos de comida, los propios procesos de oxidación hacen más seguro volver a colocarlos en un recipiente de cristal, por ejemplo.
También es para verificar que la lata no esté abollada, hinchada, oxidada. . . Esto indica que no está en buenas condiciones. Del mismo modo, en el caso de la tapa de los tarros. Además, si no «plop» al abrirlos, ojo, probablemente no hayas evacuado correctamente.
Depende, aquí están los grises. Al igual que ocurre con los alimentos congelados, si nos decidimos por el producto, tendrán que ser de consumo esporádico. El ejemplo más claro es una caja de fruta en almíbar. ¿Es fruta? Pues hombre, lo es. ¿3 cajas de fruta en almíbar al día?Obviamente que no. Que está completo de azúcar.
Del mismo modo, tendremos que tener especial cuidado en el caso de la sal y decidirnos por las que tengan menos cantidad. No es fácil, suelen tener unas cuantas, así que «sin sal» o «poco en sal» ser un poco mejor.
Si piensas en el precio. . . Piensa en esto: Si no tenemos nada en la nevera y no necesitamos dedicar tiempo a cocinar, tenemos dos opciones:
– Elegir y mala entrega de alimentos.
– Abres una caja y atacas. Si lo dejas pasar, puedes incluso completar un plato más elaborado.
No me vais a negar que en precio, tiempo y calidad nutricional las conservas ganan con creces. Otra cosa es si hace falta o no, es decisión de cada uno.
Si no está seguro de por dónde empezar, aquí hay 3 ideas:
– Bote de garbanzos con espinacas, ajo y pimentón.
– Lentejas enlatadas y una lata de ratatouille.
– Ensalada de caballa en conserva con tomate cherry y aceitunas negras.
Te tomó más tiempo leer el artículo que tú. Una opción más para construir nuestros hábitos alimenticios inteligentes. Y no lo olvides, más adelante: al envase.