La máxima cara deprimente de China que el Partido Comunista pretende ocultar

China exporta continuamente lo complejo que es económicamente o cómo ha evolucionado el país hasta el punto de necesitar derrocar a Estados Unidos como primera potencia mundial. Es solo cuando vemos fotografías como las del XX Congreso del Partido Comunista Chino. , con una estética puramente comunista y que nos traslada a la Guerra Fría, que seguimos siendo lo que es hoy China a pesar de todo el marketing.

Vuelta al polvo se proyectó en la SEMINCI, una película que nos muestra ese rostro tan poco expuesto, el del desamparo de su población rural donde «hasta el burro vive mejor» que las personas. Esta concisa palabra la pronuncia Guiying, una cuarentona que sufre de discapacidad e incontinencia urinaria y ya no tiene la edad adecuada para contraer matrimonio en la China rural.

Su hermano y su cuñada le supusieron una carga, a pesar de que vive en el establo en peores situaciones que los animales, y se casaron con Ma, una campesina introvertida a la que su círculo de familiares había abandonado. Juntos , se darán cuenta de lo que es la dignidad y el respeto a pesar de estar rodeados de una miseria absoluta. La pareja tendrá que reponer constantemente sus casas porque el gobierno chino ha ordenado la demolición de esas construcciones «abandonadas», lo que no es visual no existe. Al final terminarán de construir su espacio con sus propias manos y cimentado sobre arcilla.

La miseria está tan bien retratada en Return to Dust que su director, Li Ruijun, ha sido censurado en China. . . ¡Qué sorpresa! Return to Dust cruzó la Berlinale entre el aplauso de la crítica y se proyectó en su país con algo de suerte en el box oficina, teniendo en cuenta su pequeño presupuesto, se necesitaron hasta nueve corporaciones de producción para sacar a la luz esta película, ya que no tiene gobierno, ya que contradice la cruzada de marketing de la moderna y compleja China. deshacerse de la censura de la película y la web ni siquiera permite buscarla.

El hashtag de Weibo de la película no se encuentra por ninguna parte debido a «leyes y políticas relevantes» pic. twitter. com/PVvoNyd4JD

Lo más duro de Return to Dust es la falta de esperanza de una vida mejor. Lo peor es su duración, 131 minutos, lo que hace que algunas escenas sean repetitivas. Sin embargo, se recomienda que la película vea ese componente que el Partido Comunista Chino está buscando. esconderse del mundo.

El miércoles estuvo marcado en la SEMINCI por la censura, desde la china hasta la iraní. No Bears, del director iraní Jafar Panahi, es una película conmovedora desde el primer fotograma, no sólo por la historia que nos cuenta, sino también, y sobre todo, por la intranarrativa de la película en sí. Comenzamos en Turquía, donde una pareja está buscando pasaportes para viajar a Europa.

Pronto el espectador se dará cuenta de que se trata de un rodaje cuyo director lo dirige a través de una videollamada desde un pueblo iraní muy cercano a la frontera turca. La película es muy autobiográfica, solo porque Panahi se interpreta a sí mismo, pero también porque el director de películas como Taxi Tehran o Three Faces y ganadora de premios como el León de Oro de Venecia o el Oso de Oro de la Berlinale Está prohibido rodar películas, escribir guiones, salir de Irán y conceder entrevistas a medios de comunicación, sean iraníes o extranjeros.

La explicación de ello es haber participado en unas manifestaciones antigubernamentales en 2009 por las que ya había sido encarcelado, momento en el que personalidades del mundo del cine como Spielberg o Juliette Binoche apoyaron a Panahi. El pasado mes de julio, el régimen iraní encarceló a 6 años por «delitos contra la seguridad nacional y propaganda contraria al sistema».

En No Bears, que ganó especial popularidad entre el jurado del Festival de Cine de Venecia, veremos el entrecruzamiento de las dos historias, la del rodaje en Turquía de una pareja que busca huir de la opresión y la del propio Panahi y los desórdenes que temporalmente surgió en el pueblo del que huyó clandestinamente. El origen de los desórdenes, como en esos casos, tiene que ver con el «honor».

El director realiza una serie de fotografías por el pueblo y supuestamente en una de ellas capta a una pareja «ilegal», la joven está comprometida mediante el rito del «cordón umbilical», que no es más que haberla encomendado desde que nace hasta un chico. Necesita fotografiarla para que la ley islámica caiga sobre el joven enamorado que se atreve a empañar su honor. Ni que decir tiene que el joven sería casado a la fuerza.

La película muestra con maestría la dureza de la verdad iraní y denuncia hasta dónde puede llegar la ley islámica en la vida de los ciudadanos. El juicio público al que es sometida Panahi en No Bears es extraordinario. Dos películas imprescindibles para ver cómo una dictadura o régimen autoritario puede marcar su destino de por vida.

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