La edad desenfrenada de Silvio Berlusconi, el «verdadero amigo» de Vladimir Putin

Las filtraciones de audio de Silvio Berlusconi alabando a su «verdadero amigo» Vladimir Putin, con quien intercambia «dulces cartas» y botellas de alcohol -vodka por lambrusco- mientras Europa se estremece, han vuelto a poner de relieve las cualidades de Italia y de su ex primer ministro. Ministro: Inestabilidad política y sabor a polémica, respectivamente. Berlusconi ya había calentado los ánimos en las últimas semanas, en su detalle después de que las últimas elecciones lo volvieran a colocar en una posición de fuerza tras su etapa de inhabilitación (entre 2013 y 2018, por fraude). tendrá que haber ido también a prisión, pero la edad y la forma física se lo impidieron) y su lenta salida del ostracismo político. Es decir, hasta que Giorgia Meloni, la nueva primera ministra, ocultó al magnate y político en las primeras negociaciones de los tres coalición partidaria. Las filtraciones tampoco facilitan la tarea del incombustible milanés de 86 años. Ni siquiera el gobierno a largo plazo. Si eso pasa.

Su regreso a la escena política también coincidió con cambios en su vida privada. Il Cavaliere -su sempiterno apodo, tuvo que renunciar a la Orden del Mérito del Trabajo por la que ganó la diferencia en 2014- ha pasado la última década , desde su inhabilitación, alista la mudanza familiar de sus sociedades y fortuna (que Forbes valora en unos 5. 700 millones de euros). Al frente de Fininvest -la matriz original, con la que ha construido un imperio televisivo desde el pasado Década de 1970 – es Marina, su favorita y la mayor, nacida de su primer matrimonio con Carla Dall’Oglio. Marina, de 56 años, controla desde Fininvest la empresa de televisión Mediaset (donde su hermano Pier Silvio ajusta rumbo para competir con Netflix), la organización Mondadori ( que también preside) y varias corporaciones monetarias y bancarias.

Casada con una exbailarina desde 2008, y en el círculo de negocios de los familiares desde los años 90 (incluso visitó España el día que Telecinco celebró su inauguración), Marina también ha sido pensada como la sucesora de su padre en todos y cada uno de los aspectos, pero tan Hasta ahora no ha mostrado mucho interés en meterse en política. El salto también sería extraño en el círculo de familiares: desde 2020, Silvio mantiene una relación con Marta Fascina, diputada por su partido -escaño que revalidó en las últimas elecciones- y que empezó a correr por él cuando aún era dueño del AC Milan (que vendió en 2017). Una relación que ha causado cierto miedo en sus jóvenes (tres hermanas más, además de Marina y Pier Silvio). No tanto por la diferencia de edad, 54 años, sino por las consecuencias económicas que tienen regularmente las citas Cav.

De su actual esposa, Verónica Lario, se divorció en 2008 -en medio del Rubygate, un escándalo de relaciones con prostitutas menores de edad por el que fue condenado varias veces, hasta que fue absuelto porque «no tenía que saber la edad»- con una pensión de unos 300. 000 euros consecuentes al mes. De su última relación, con Francesca Pascale -también vinculada a Forza Italia en este caso más cercana en edad a Berlusconi: sólo les separaban 50 años-, que duró una década sin altares ni tribunales, Se fue pagando unos 20 millones de euros más un millón más acorde con el año, según la prensa italiana, y más o menos mostró el entorno de Silvio.

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Por eso, cuando las cosas se pusieron serias con Fascina por la pandemia, los hijos también se dieron en combinación. Berlusconi es sensible -ha pasado por varias operaciones en los últimos seis años- y un matrimonio de última hora puede desembocar en una guerra de herencia que nadie quiere. Así, en marzo de este año, Berlusconi y Fascina «no se casaron»: celebraron un matrimonio sin validez legal, atendido por sus 4 hijas – Pier Silvio aludió a la ausencia de COVID.

Las filtraciones agotaron temporalmente su flujo político. Quizás no tanto en popularidad, donde nunca nada le ha hecho temblar –pocos políticos desde 1945 pueden presumir de haber liderado durante 20 años el rumbo del país, perpetuo nido de avispas parlamentarias. Como en el intento de Meloni de darse el gusto con la UE. Meloni, a pesar de pertenecer a la extrema derecha, no necesita -y su país no tiene los medios- para incluir a la Hungría de Viktor Orbán en tiempos de guerra. Pero el duro encierro de Meloni la ha puesto en un escenario que estaría en cualquier otro. País europeo: es ella quien ahora tiene una pareja extremista y desanimada. Alguien que no solo siente simpatía por Putin, sino verdadera amistad.

Una amistad que ha durado dos décadas, desde que se conocieron por primera vez en 2001. Y que tampoco tiene novedades primarias en la trama. Putin, las crisis ucranianas de la anexión de Crimea y el enfrentamiento en el Donbass, descubrió un solo mejor amigo en Europa, del que partió al país para expandirse: Berlusconi. Alguien capaz de abandonar al Papa para pasar a ver a su amigo ruso. Un Primer Ministro que no ha sido puntual con todos los poderes, salvo con Putin. Y que a cambio le dio capas a su manera. Berlusconi fue procesado “por haberse acostado con mujeres. Si fuera gay, nadie movería un dedo en su contra”. Una amistad que bien han notado tiene compatibilidad para reavivar ahora que la guerra en Ucrania ha creado la máxima tensión global desde 1945.

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