SUSCRÍBETE PARA OBTENER UN 20% DE DESCUENTO.
Imaginemos un tesoro escondido desde hace más de doscientos años, con documentos incautados a 35. 000 barcos, pasando por corsarios y buques de guerra británicos y 160. 000 cartas que nunca llegaron a su destino. Estos archivos, guardados en una cápsula del tiempo, a pesar de todo Vio la luz del día en el Archivo Nacional de Londres. Entre ellas se encontraban las cartas que viajaron en las bodegas de 130 barcos españoles capturados en el siglo XVIII.
«Quisiera saber la explicación de por qué te escribí 13 cartas sin esas y a ninguna me dieron respuesta, quisiera saber si no hay papel ni pluma ni tinta para siquiera ver una escrita, veo que Es por falta de, no de lo dicho, sino por mucho olvido que has hecho de tu familia total, porque aquí cada uno tiene lo suyo y yo soy el único que está infeliz.
La maliciosa carta de Francisca Muñoz a su marido Miguel Atocha, que había partido a América dejando atrás a su familia, viajaba con un cargamento de dinero en efectivo en La Ninfa, una fragata de 36 cañones capturada en la Guerra Anglo-Española (1796). ). Increíblemente conservado, ha llegado hasta nuestros días y es una de las joyas españolas del Prize Papers, el encargo de catalogar y digitalizar el tesoro escondido en 4. 000 cajas que finalmente llegó a la orilla.
“Estamos ante un descubrimiento como el oro de Potosí, la reminiscencia original de Europa en una época de la historia”, afirma Elvira Barroso Bronheim, investigadora voluntaria del Archivo Nacional, que intervino en el encargo casi por casualidad. «Me dijeron que abrieron las cajas y que si me permitieran ayudarlos, muchos documentos parecían en español. Imagínese la maravilla al ver todas esas cartas, dibujos, testamentos, recetas. Es un conjunto de arqueología natural».
«Amigos míos, os cuento que en vísperas de mi salida de La Habana, habiendo salido para embarcar a las diez de la noche con mi padre, al momento de subir la escalera del barco, se me separaron las manos y los pies. En la oscuridad de la tarde caí al agua, permaneciendo en ella más por las pinturas de Dios que por mis habilidades, ya que no sé nadar, y al verme en tan maravilloso conflicto, utilizó todas las medidas más rápidas. que el escenario exigía, y me dio un «Dios, la Virgen, el M. San Antonio y el señor San José me buscaron para atraparlo, y no sé cómo lo pegué porque ya estaba sin aliento y loco».
Esta carta fue firmada a través de un joven de 16 años, Joaquín Ruiz, quien viajaba con su padre a Veracruz. Sus cartas al círculo de familiares fueron interceptadas en el Ágata Galera en 1747, durante la Guerra de Sitio entre el Reino de Gran Bretaña y el Imperio español en la zona del Caribe. La historia de este envío es bien conocida por Alejandro Salamanca, investigador asociado del Prize Papers Project, hasta el punto de que está pensando en escribir un libro electrónico al respecto. “El Ágata Galera hacía un rumbo constante entre Sanlúcar de Barrameda y Veracruz”, subraya Alejandro Salamanca, de 31 años, originario de Arganda del Rey. «Leer esas cartas durante meses me ha ayudado a poner un rostro humano a la inmigración y el hecho de que se hagan públicas puede servir para reinterpretar facetas de la era colonial. Pero lo que más llama la atención es el factor humano: podemos escribir publicaciones seriadas originales. Conviene explicar aquí el significado de la palabra inglesa premio como “presa”; es decir los barcos “capturados” en varios hechos a través de corsarios británicos. Alejandro Salamanca también traza una línea entre piratas y corsarios, “que normalmente eran comercializadores o marineros que recibían la patente de marca, es decir, licencias para atacar y capturar envíos enemigos, una forma de privatizar las guerras». o tribunal de presas, se regía por la «legalidad» de la captura y decidía el destino de los envíos Una vez repartidos los objetos de valor y confiscados los documentos de valor estratégico o político, el resto se almacenaba en el Alto Almirantazgo, de allí pasaba a la Torre de Londres y a pesar de todo acababa en el Archivo Nacional.
Los documentos que ahora se han digitalizado corresponden básicamente a las Guerras de Asedio y la Sucesión de Austria (1739-48). Es el caso de los preciosos libros de sobornos de Nuestra Señora de Covadonga, que permiten descifrar la vida de los galeones que marcaron el rumbo. entre Acapulco y Manila. Otra joya de maravilloso valor antiguo son los conjuntos del Ejército de la Dotación, concienzudamente envueltos en la convocatoria de José Gálvez, Secretario de Estado de Indias entre 1776 y 1787, con las convocatorias y surcalles de las «libres morenos» que abandonaron la esclavitud y fueron reclutados a través de las milicias coloniales.
Son más de 2. 000 documentos incautados en 1779 a la fragata La Perla, a su paso por las Azores, con cartas escritas en una decena de lenguas (entre ellas catalán y euskera), que se encuentran entre los documentos que se digitalizarán gracias a los nueve millones de euros de inversión y la Universidad de Oldenburg en Alemania.
«Estamos ante documentos de maravillosa importancia para nuestra historiografía y para comprender las sutilezas del más allá y nuestras relaciones con América», afirmó el embajador de España en Londres, José Pascual Marco, en la presentación de las ponencias del Premio. «Necesitamos a España preocuparnos en este encargo y la presencia del director del Museo Naval y del director del Archivo General demuestra la conciencia e interés que ya existe en nuestro país. «
En esta guerra, también conocida como la Oreja de Jenkins, el ejército británico sufrió la mayor derrota de su historia frente a los pocos españoles que defendían Cartagena de Indias. Se descubrieron con las cartas y el oro que habían robado, pero también con la humillación de no poder tomar una plaza defendida por unos pocos hombres valientes. . .