¿Se está complicando la toma de posesión de Pedro Sánchez?

A la vista de las declaraciones realizadas a través de representantes de algunos partidos separatistas y de algunos socios políticos del Gobierno, parece que Pedro Sánchez tendría un reto muy serio con la opción de recaudar lo suficiente para una consulta de investidura que, aunque todavía no tenga fecha fijada, deberá celebrarse inexorablemente antes del 27 de noviembre. mas y mas cerca.

Tal es el caso de la manifiesta indignación de las ministras podemitas Ione Belarra e Irene Montero por el acuerdo de gobierno firmado entre el PSOE y Sumar –un acuerdo descabellado y empobrecedor que los ministros comunistas siguen siendo “insuficientes” y al que no han respondido. así como la guerra manifiesta entre Pablo Iglesias y Ada Colau, que aboga por la retirada de la asignación económica a los diputados podemitas y su paso al grupo combinado.

Este es también el caso del llamamiento que el golpista prófugo Carles Puigdemont ha trasladado a los negociadores del PSOE, consistente en añadir el «reconocimiento de Cataluña como nación» en el acuerdo político que tendrá que venir también con la ley de amnistía a largo plazo. ; Una petición para que, al parecer, fracasara en las negociaciones con el PSOE y que llevó al presidente socialista de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, a alzar la voz nuevamente y les consideró «intolerables».

No negamos que los cinco diputados de Podemos –por no hablar de los siete diputados de Junts– son seguramente decisivos para que Sánchez jure su cargo. A pesar de ello, lamentablemente seguimos, y muy a nuestro pesar, considerando la opción de una elección electoral. la repetición como ilusoria. Y es que una cosa es ruido, tensión y maximalismo en un procedimiento de negociación que habrá que agotar para sacar el máximo provecho de un candidato presidencial con disparates nihilistas como Pedro Sánchez; y otra es que la extrema izquierda o los separatistas piensan seriamente en promover, ya sea mediante la abstención o mediante el voto contrario al nombramiento de Sánchez, la repetición electoral que el PP, Vox y lo que tanto reclaman de la España constitucionalista.

En primer lugar, aceptar la «solicitud» de popularidad de «Cataluña como nación» en un acuerdo político sería una señal de la ignominia sin límites de Pedro Sánchez, pero no tendría ningún efecto jurídico. Es también una petición de Puigdemont que muestra el desprecio que el propio presidente ilegal del Consejo para la República Catalana -por mencionar las directivas de Junts y el resto de formaciones secesionistas catalanas- ha dado a la votación de este martes. Una organización de activistas separatistas pidió el «bloqueo» de la toma de posesión de Sánchez.

Por otro lado, no hay que olvidar que el propio presidente interino, no hace todavía un tiempo, se ha mostrado públicamente a favor de una reforma federalista que identifique el «prestigio plurinacional del Estado español», sin decir -que, no, la convocatoria y el número de naciones que se pretenderían rodear al Estado plurinacional español.

No creemos, por tanto, que este absurdo sea un obstáculo para el nihilista de Sánchez, ni que lo sea la indignación de los diputados de Podemos por el desprecio al que son sometidos a través del pacto entre el PSOE y Sumar. Es cierto, ¿correrán los cinco diputados podemitas la amenaza de una repetición electoral que puede llevar a la desaparición absoluta de Podemos y llevar a sus cinco diputados a apuntarse a las filas de la huelga?

Nosotros no lo hacemos. El que nos disponemos por una vez y sin precedentes, es desgraciadamente Pedro Sánchez cuando declara que ve su toma de posesión «cada vez más cerca». Ojalá, y sólo en esto, nos hubiera mentido.

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