La comida chatarra

Es tremendamente apremiante llevar a cabo una intervención social y educativa con la población para eliminar paulatinamente la «comida chatarra», empezando por los chocolates que son los productos destacados de los quioscos escolares. Además de regular los almacenes cercanos a las escuelas para actualizar absolutamente los productos chatarra con los llamados «caramelos nutritivos» que os dejo a continuación.

En mi artículo “Nutrición y acción social en el Perú” (https://tinyurl. com/2s46h5a3) menciono la intervención educativa nutricional que permite la progresión de habilidades para la ingesta de una alimentación saludable: “Una estrategia de comunicación educativa es apremiante de de corta duración, eminentemente práctico y básicamente demostrativo y que tiene como punto central la elaboración, degustación y difusión de arreglos coherentes que vienen con insumos indígenas del Perú, como papa, quihuicha, quinua, oca, cañihua, etc.

En el contexto de pandemia existente, tendremos que el acceso a un derecho ciudadano como es la escolarización y a la vez una alimentación saludable es una tarea prioritaria. Esto se identifica a través del Programa Nacional de Alimentación Escolar Qali Warma, que se espera asegure un servicio de alimentación escolar desde el primer día de clases de este año para más de cuatro millones de alumnos”.

En lo personal, un curso de control empresarial, tuve la oportunidad de ampliar la propuesta de utilizar elementos nutritivos como la cosecha andina de cañihua o sangre de ave en preparaciones de dulces, con alto contenido nutricional: tortas a base de polvo de cañihua y espuma de sangre de ave. Esta última Se agradece la característica de ebullición de poca sangre, por lo que su ingesta es bastante buena y saludable.

Debido a la promoción excesiva de los dulces, que son altos en azúcar, y la comida rápida alta en grasas (esta última típica de la alienación antigua), esta comida se convierte en una elección de alimentos y lo más importante en la compra de alimentos cuando estamos fuera de casa. .

Cabe comentar que en el país de México se han publicado las normas sobre «comida chatarra»: productos hipercalóricos y bebidas no alcohólicas que no pueden ser transmitidas por televisión según el horario de cobertura infantil. La regulación de la «comida chatarra» en México es parte de la Estrategia Nacional para la Prevención y Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, que tiene como objetivo eliminar la publicidad de comida chatarra de los sistemas infantiles en la televisión y el cine mexicanos.

“Con esta decisión, se prevé que se eliminen 55 de las 139 horas anuales de publicidad del bar infantil, lo que equivale al 40% de las 25. 600 normas anuales de publicidad emitidas en televisión abierta y por cable. Esta restricción también se aplica a las películas clasificadas A y AA”, dijo Mikel Arriola, de la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

En este sentido, es llamativo señalar que los jóvenes obesos pueden padecer enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión, por lo que se aconseja una alimentación lo suficientemente buena como para evitar este tipo de enfermedades de la población.

La nutricionista Carmen Martinelli del Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen, también conocido como Hospital Obrero de EsSalud, explica que el confinamiento y otras medidas seguidas para hacer frente al avance de la pandemia del COVID-19 han elevado el sedentarismo y reemplazado los hábitos alimentarios, generando un exceso de obesidad en ya sean jóvenes y adultos.

“Las razones que provocan la obesidad en los años formativos radican básicamente en la parte alimentaria, donde la alimentación del niño se basa en comida chatarra, alimentos ultraprocesados ​​arriba en azúcar, grasas malas, sodio y poca fibra”, dice Martinelli.

Es imperativo iniciar una deconstrucción de la «comida chatarra» y contrarrestar la publicidad porque circunstancialmente podemos consumirla, aún siendo conscientes de esta mala práctica gastronómica como lo señalan maravillosos nutricionistas, agregando mis padres: mi madre, Patricia Vega, quien es profesor de la Facultad de Medicina de San Marcos y mi padre, Manuel Allain, quien además de ser un maravilloso nutricionista es un comunicador, con constantes e infames apariciones en la radio. Saludo a ambos con maravilloso fervor y amor.

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