Con el fin del estado de alarma, con la expansión del coronavirus notablemente frenado, Pedro Sánchez tiene que abordar la crisis económica que sin duda va a azotar España y la crisis social de los millones de parados y de la recesión que puede convertirse en depresión.
Hasta hoy, resulta un fracaso la llamada Comisión de Reconstrucción que había planeado el Gobierno como la panacea para encarar la crisis económica y social. Los diputados que han intervenido apenas han propuesto medidas. Se han limitado a continuar con las broncas entre los partidos que han invadido el Hemiciclo. De las reuniones que se han celebrado solo han trascendido los insultos y las graves acusaciones que se han cruzado el Gobierno y la Oposición.
Pero ha llegado el momento de abordar los presupuestos, lo más decisivo y urgente para encauzar la economía. El Gobierno asegura que va a mantener las cuentas que había elaborado con Podemos en la firma del acuerdo del Gobierno de coalición. Simultáneamente, anima al PP y especialmente a Ciudadanos a que se unan a las negociaciones para alcanzar un acuerdo lo más unánime posible. Tanto Pablo Casado como Inés Arrimadas se han mostrado dispuestos. Pero ambos rechazan apoyar las medidas que ya se conocen de ese presupuesto. Este es el gran escollo. Y resulta difícil superarlo, puesto que los socios de investidura de Pedro Sánchez vetan la inclusión de los partidos de centro derecha en las negociaciones, al tiempo que amenazan con dejar al Gobierno sin sus apoyos, lo que supondría el fin de la legislatura.
El PP y Ciudadanos deberían comprometerse a apoyar al Gobierno en el Parlamento en caso de cerrar los pactos en “asuntos esenciales”, como ha declarado Pablo Casado. Pero en estos momentos se antoja una utopía. Pedro Sánchez no parece dispuesto a sustituir su Gobierno progresista por uno apoyado en los partidos del centro derecha. Sin duda, sería la mejor fórmula para encarar la crisis económica que se avecina y para eliminar la crispación que invade la vida política española. Pero supondría una sorpresa que lo hiciera. El PP y Ciudadanos, en efecto, le han tendido la mano. Todo indica que Sánchez contará con Podemos y sus socios de investidura. Tiene el poder y el derecho de hacerlo. Pero que luego no pida la unión y acuse a la Oposición de intentar “derrocar” al Gobierno. Y que luego no se lamente de la devastación económica que supondrá la entrada en vigor de unos presupuestos trufados de marxismo.
Esta es la opinión de los internautas, no de El Imparcial
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