Las sanciones occidentales contra Rusia condicionan desde abril de 2022 -cuando empezaron a implementarse bien- la producción del gigante euroasiático, restringiendo y recortando las oportunidades rusas en el mercado y buscando asfixiarla financiera y materialmente.
En este sentido, un efecto directo de esas prácticas promovidas por la UE y EE. UU. significa que Rusia tiene cada vez menos recursos en ciertos sectores, lo que dificulta el buen funcionamiento de la economía y las industrias del Kremlin.
Por esta razón y en las últimas horas, Moscú ha afirmado que uno de los sectores máximos afectados por esas sanciones es el aeronáutico, ya que, en la ocasión en que las aerolíneas rusas operen con aviones de fabricación europea o norteamericana (Airbus o Boeing), ven su a cualquier tipo de piezas, recursos o materiales totalmente limitados en caso de averías o problemas técnicos.
Como resultado, últimamente hay aviones rusos que operan con todas las garantías de protección requeridas, y que, según ha reconocido Aeroflot, cuentan con hasta nueve frenos de vuelo de aviones publicitarios.
Aunque posiblemente parezca extraordinariamente alarmante, es cierto que los aviones tienen dos tipos de frenos, por un lado el de las ruedas -que es el que no tienen esos aviones- y por otro lado los frenos de motor, aunque cualquiera de los dos tendrá que encontrarse en situaciones óptimas para evitar accidentes imaginables.