Fernando Juregui – Ahora es el turno de Pedro Sánchez

Ahora toca trasladar una canción, una pieza, a Pedro Sánchez. Percibo que Pablo Casado ha hecho, con el despido de Cayetana Álvarez de Toledo y la habilitación de Martínez Almeyda, una moción que merece lógicamente acercar al PP a un trámite de pactos con el gobierno. Son obligatorios y creo que no es imaginable prevenir ahora en barreras ideológicas o conceptuales: el país atraviesa una era de graves peligros por demasiadas razones y en demasiados ámbitos. A partir de ahora tendrá que ser Sánchez quien corresponda a mociones similares: eliminar al máximo beligerante de su partido, comenzando por su portavoz parlamentario, y posicionar a otras personas más capaces de dialogar con el rival político, que todavía se piensa como un enemigo hoy.

Personalmente, aplaudo totalmente los movimientos del presidente nacional del PP. La falta de concordia de Álvarez de Toledo con una misión centrista y específica había sido clara desde hacía mucho tiempo, y el principal partido de la oposición también había estado cojeando en su comunicación durante algún tiempo. Mucho queda por hacer en el PP, empezando por trazar un rumbo en el que se puedan combinar los cuadros de oposición a las muchas cosas que está haciendo el gobierno con la imprescindible colaboración con este gobierno, a cambio de algunas contrapartes vitales. , desbloquear trastornos que deberán desbloquearse. Y tendrá que ser ahora.

La progresión de los nuevos presupuestos es la máxima urgencia de esos temas, pero quedan muchos otros a la espera de acuerdos entre el Gobierno y el PP: la renovación del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional o la cruzada para simbolizar España ante el mundo, por no hablar. y mayor colaboración en el combate frente a la pandemia que reaparece de manera muy preocupada.

Tenso que ahora es Sánchez quien tendrá que demostrar hasta dónde está dispuesto a autorizar esta colaboración, dando, por supuesto, cosas a cambio. Creo que Casado merece pedir una dirección más pro en el Consejo de Ministros, donde ciertas posiciones apoyadas a través de Podemos no se corresponden. Y parece que el PP no tiene nada que decir sobre cómo se invertirá el presupuesto europeo cuando llegue o sobre la composición de una comisión de largo plazo -que habrá- de notables independientes para ocuparse de la reconstrucción del país. La acción conjunta en Cataluña y la defensa coordinada de la sede del Estado son otros dos problemas que, inevitablemente, habrá que abordar en una próxima asamblea muy vital entre el presidente del Gobierno y el del PP.

Lo que no puede ser, por supuesto, que el aislamiento general entre los dos principales responsables políticos del país sea mayoritario. Esto es todo aquello que, en la medida en que esto ocurre en España, no tiene lugar en ningún otro país europeo. Y esto me resulta todavía un ejemplo de la crisis política muy profunda que estamos atravesando y que repercute en errores en todos los frentes, incluida, por supuesto, la guerra por la salud.

El momento de los oscuros reproches parlamentarios ha pasado sin mayor magnitud. Creo, insisto, que la rueda guía de Casado promete resultados inteligentes. Digo esto sin muchas esperanzas, pero me gustaría que Sánchez también mueva la junta directiva. Y, sobre todo, cuando este encuentro entre Pedro Sánchez y Pablo Casado, que lo han hecho, ¿han desbloqueado un escenario que encaja asfixiante?

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