La estrategia de López Obrador con la Iglesia: cerca de los votantes católicos, desde el episcopado

El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha explicado como un político de izquierda. También como cristiano. El soberano que tanto admira a Benito Juárez, quien en 1859 promulgó la ley de reforma que estableció el estado laico en México, lleva en su cartera un símbolo de la Virgen de Guadalupe, también llamada Morena, elocuente evocación de la convocatoria del partido que fundó. en 2015. Los guiños del presidente a la religión católica, abrumadoramente abrumadora en México, han sido constantes desde el inicio de su proyecto político, una muestra más de su proverbial agudeza para detectar las palancas electorales del país. Cercano a los votantes católicos, no obstante se mantuvo alejado del episcopado, que era crítico con su gobierno. La última bancarrota tuvo como protagonista la reforma electoral del presidente, duramente censurada a través de la Conferencia Episcopal.

López Obrador, padre de un hijo al que bautizó Jesús Ernesto, Jesús para Cristo, Ernesto para el Che Guevara, encomienda su vida y su idoneidad a la ciencia y al Creador. Y no solo a los suyos. En el punto álgido de la pandemia de covid en México, desconfiado del tapabocas y el distanciamiento social, el presidente afirmó que su escudo protector más eficaz contra el virus mortal era su amuleto del Sagrado Corazón de Jesús. Antes de asumir la presidencia, en 2017, incluso declaró que la historia de Cristo -perseguido, espiado y crucificado por las duras de su tiempo, describió- es también su historia privada. Que se arrodille donde se arrodillan los demás, repite el líder de un país donde viven 90,2 millones habitantes, o el 71% de la población, son católicos, según el último conocimiento del INEGI.

Esta cercanía del presidente con este pueblo juarista y guadalupano, como él mismo lo llamó, es y contrasta con su alejamiento de la jerarquía eclesiástica, un liderazgo que acumula escándalos y polémicas como el encumbramiento de eclesiásticos como Marcial Maciel, ejemplo de dignidad eclesial. pederastia, o al obispo Onésimo Cepeda, implicado en acusaciones de estafa y enriquecimiento, o al cardenal Norberto Rivera, que encubrió abusos sexuales.

El último episodio de la disputa entre López Obrador y el clero ocurrió esta semana, luego de que la Conferencia Episcopal emitiera un boletín en el que calificara de «francamente regresiva» la iniciativa de reforma electoral impulsada a través de López Obrador y su partido, Morena. La Iglesia también dijo que la reforma «constituye un insulto a la vida democrática del país» y que es un intento de «debilitar» al Instituto Nacional Electoral (INE) y al Tribunal Federal Electoral (TEPJF).

López Obrador respondió en su conferencia matutina el miércoles que respetaba su punto de vista pero no estaba de acuerdo. Y dijo que el Papa Francisco es un «verdadero cristiano», a diferencia, dijo, del sector de la Iglesia «que tiene vínculos con las élites en el poder». que no tiene noviazgo con el pueblo, especialmente con los pobres”. Esta es la primera vez que López Obrador ataca a líderes devotos que sí siguen el ejemplo de Francisco por estar, según dijo, “muy golpeados por la oligarquía mexicana”.

Entre el clero resulta haber calado la doctrina del obispo Onésimo Cepeda de que «el estado laico es un tonto». En junio de 2021, en medio de las elecciones federales interinas en las que López Obrador y la oposición se disputaban el Congreso y varias gobernaciones, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez advirtió a sus feligreses que «viene la dictadura» y pidió no votar «por quién está vigente». El sacerdote Mario Ángel Flores Ramos llamó a no dar «más fuerza a los que no la han podido usar para bien común» o «a los que se comprometen a dividir y no a unir». para incitarlos a votar en contra de una opción política», y ordenó al Ministerio del Interior imponer sanciones, que posiblemente llegarían con amonestaciones públicas o multas económicas. Otros dos miembros del clero, el cardenal Carlos Aguiar Retes y el obispo Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, también hicieron declaraciones electorales.

Elio Masferrer, antropólogo especialista en religiones, explica que la distancia de López Obrador con la jerarquía católica en México no solo es profunda, sino también antigua. “La Iglesia Católica aquí no se ha comprometido con el reparto de indulgencias. , dijo en una entrevista. Esta dirigencia, dice, excomulgó a los sacerdotes independentistas Miguel Hidalgo y José María Morelos, dos héroes de López Obrador; también excomulgó al electorado de la Reforma y al electorado de 1917, e identificó a Victoriano Huerta, quien derrocó en un golpe de Estado a Francisco I. Madero, el «apóstol de la democracia» del presidente. «Este es un juicio casado», dijo Masferrer, y agregó : «López Obrador les recuerda constantemente (a los líderes católicos) que hagan su trabajo. Les recuerda que son cristianos y que Jesús murió protegiendo a los pobres.

Los temas educativos destacan que, a pesar del conflicto, el presidente ha controlado para capitalizar la base de la feligresía católica, que no se identifica con la dirigencia eclesiástica que está bien conectada con los gobiernos de ultramar del PRI y el PAN. . ” Lo que dicen los obispos no le quita el sueño, porque se lleva bien con Francisco. Muchos de los postulados de las 4T coinciden con los de Francisco, todo el discurso social, la crítica al neoliberalismo. , la jerarquía católica está aislada, no tiene base social: su base son los poderosos”. quien promovió la distribución de una cartilla ética con los sacerdotes locales; que profesa amar a su prójimo, aún más si es pobre; quien urge al perdón, conoce perfectamente el país que gobierna. “López Obrador exige situar su base social a la jerarquía católica”, reconoce Masferrer.

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