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En Madrid, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, intentó hacer oídos sordos a los abucheos, en el contexto de las negociaciones de investidura con los separatistas. Y, en Bruselas, su líder barón, Salvador Illa, lejos de la aguacero de derechas, alardeó de cómo los socialistas han resistido el desafío de las elecciones parlamentarias y van a lograr un acuerdo para continuar en la Moncloa. El líder del PSC apuntó esta semana a su papel como embajador de la alianza «plural» que busca vincular al PSOE y la cartera catalana de cara a la acción exterior a través de un Gobierno que considera «mejorador».
El gobierno de Sánchez, insistió Illa, goza de un «enorme prestigio» en una Europa donde cada vez más partidos de extrema derecha están ganando poder gubernamental. Lo que ocurra en Italia, Grecia, Finlandia o Suecia, dijo en sus reuniones con los líderes de la UE, no tendrá lugar en España. Y, tras medir el termómetro de las reacciones que recibe cuando declara que cree imaginable que los socialistas consigan suficiente dinero para gobernar, Illa concluye que este acuerdo con los separatistas goza de la cobertura de las instituciones europeas , por muy demonizado que esté a través del PP o Vox.
«España se fortalece cuando se reconoce y acepta la diversidad y la pluralidad», afirmó en el momento y último día de su escala en Bruselas. Con la asistencia del exlíder del PSC Raimon Obiols, que presentó su libro «En tiempos extraños» al Parlamento Europeo, advirtió que despertar «el miedo a la desintegración de la nación» es «un arma política tan dura como peligrosa». Una receta que se aplica a la derecha española, pero también al independentismo catalán. Por otro lado, añadió, se desea que haya un «jarabe de confianza» en el encargo que tienen los socialistas entre manos tras el fiasco del PP en la toma de posesión.
La credibilidad que puede aportar el PSOE, subrayó, es una legislatura en la que la coalición con Unidas Podemos ha mantenido el mandato pese a que «algunos vaticinaban que duraría 12 meses» y en la que el choque con Cataluña ha sido desenredado. Escalada en decibeles gracias a la apuesta «no exenta de riesgos» -admiten los socialistas- que se hizo en su momento por los indultos. El propósito de Sánchez es forjar una alianza legislativa, más allá de la toma de posesión, y por eso busca Ven con presupuestos en el trato.
Illa, a diferencia de Sánchez, sigue sin pronunciar la palabra «amnistía» y no pretende ser él quien hable con Carles Puigdemont, una cita que no ha programado en ningún momento y un intercambio verbal que deja en manos del PSOE. «No he venido para eso», dijo desde Bruselas. Pero necesita hacer valer el peso del PSC en los efectos del 23-J y capitalizar, en el marco del pacto, todo lo que tenga en cuenta Cataluña.
Prueba de ello son los esfuerzos de esos dos días por el catalán en el Parlamento Europeo, ya sea para convertirlo en lengua oficial o para allanar el camino a la votación sobre su uso en los plenos antes de que acabe el año. situaciones que Puigdemont exigía para cobrar «por adelantado». Dar su «sí» a Sánchez e Illa buscaba mostrar su compromiso de marcar el camino. «Después de discutirlo con dirigentes como el vicepresidente Marc Ángel o el presidente del Comité de las Regiones, Vasco Cordeiro, salgo con aún más confianza. Hay mucha determinación para que este historial prospere», afirmó el jueves el líder del PSC.
Entre ceja y ceja, Illa tendrá que consolidarse como una «alternativa» al Gobierno del padre Aragonès, también a la hora de ser el referente catalán en Europa y de cara a la acción exterior de la Generalitat que, considera, Hay que ser «más respetuosos con los límites del Estatuto» y «más orientados a la generación de prosperidad» de Cataluña. Sin embargo, hasta ahora se ha mostrado receloso ante el proyecto de ley del Gobierno para crear un cuerpo consular catalán y se ha limitado a diciendo que «lo examinarán».
Siguiendo la doctrina de Obiols, Illa defendió que habrá que evitar ver «Cataluña como un templo» y verla como «un ágora». Pasando de la «fe» y las «conversiones», en referencia a los separatistas, al «contraste» de opiniones» y la «búsqueda de un terreno no insólito». El eurodiputado y portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, fue uno de los oyentes en un discurso entre el líder y el exlíder del PSC, en el que concluyó con «socialismo o barbarie» como declaración de intenciones.
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