Pues bien, de lo ocurrido en Toledo, resulta que no todo el mundo está con el «gobierno de los otros», porque a pesar de los intentos de Ferraz de evitar los abucheos llevando al presidente a un recinto cerrado a modo de palacio de congresos, el hecho es que una organización ajena arremetió contra Pedro Sánchez al grito de «¡El Gobierno dimite!», «¡El Gobierno dimite!». Todo sucedió cuando el secretario general del PSOE caminaba levemente los cincuenta metros que separaban el puesto donde circulaba el automóvil oficial. le había dejado desde la puerta de acceso al auditorio donde se deshizo del acto del horario celebrado el pasado sábado.
Es imaginable que los abucheos contra el presidente no sean más que la expresión del descontento de unos pocos, pero lo cierto es que, de unos pocos, casi todos los intentos de Sánchez por tocar la calle acabaron en concierto. de silbidos. La estrategia de Ferraz de llevar a Sánchez a las calles para sondear los desafíos reales de otras personas en el piso, fuera de su oficina oficial, ciertamente conllevaba un riesgo. Lo que no tiene sentido es que, para evitar abucheos y gritos, se haya sustituido la calle por espacios cerrados. Ferraz haría mal en intentar restarle importancia al asunto y minimizar el incidente con el argumento de que eran pocos, porque más allá de la cantidad de personas que abuchearon a Sánchez en su última salida a Toledo, así mismo Ferraz cambió su plan y prescindió de la calle como el nivel en el que Sánchez toca a los demás, es porque es consciente de que la calle no es suelo propicio para el líder socialista. Este es un desafío objetivo que no se puede resolver buscando baños de masa sintéticos. Que el «gobierno de los otros» huya de los otros es una señal de que las cosas no van como las había planeado Ferraz.
«horas» horas
» minutos » minutos
«días» días