Con la toma de la fuerza por Francisco Franco en 1939, se inicia en España un procedimiento de persecución de las minorías sexuales a través, sobre todo, de dos leyes: la reforma de 1954 de la ley de vagabundos y matones de 1933 y la ley de peligrosidad y rehabilitación de 1970 . , que no se derogó hasta 1979.
En cualquiera de los dos casos, el sinvergüenza tipo calificó de «escándalo público» un concepto aplicado reiteradamente: una de las pruebas más productivas de la comisión de este crimen en una dictadura cuyo líder «por la gracia de Dios» contraviene los roles de género. más indignante que una persona trans?
Un estudio de la literatura a la que tuve que ampliar mis estudios sobre este tema recomendaría la coexistencia de al menos 3 tipologías trans en la década de 1970 que, a su vez, reflejarían otros tantos patrones de buena apariencia interrelacionados:
Imaginería trans «travestida», que quizá sólo tenga relación con las que se han remodelado únicamente sobre el escenario: Madame Arthur o Pierrot.
Imágenes trans «femeninas», que pueden estar relacionadas con otras personas transexuales que se han sometido a cirugía: por ejemplo, Ladybug, Dolly Van Doll y Lorena Capelli.
El imaginario trans «ambiguo», que estaría relacionado con otras personas cuyos genitales siguen siendo masculinos, pero que gracias a los tratamientos enmarcados parecen mujeres biológicas: el caso emblemático sería la entonces conocida como Bibí Andersen (Bibiana Fenández) .
El estilo de lo que llamo “belleza travesti” sería el que perdura y se adapta al estilo de los “imitadores de estrellas”, cultura interrumpida a partir de 1939.
En plena década de 1970, el máximo ejemplo productivo sería Madame Arthur, la llamada artística de Modesto Mangas Mateos, quien fue una magnífica bisagra entre los transformistas de la época de la República y los de la dictadura y quien fue uno de los estrellas máximas respetadas. Por lo tanto, la Sra. Arthur dio la impresión vestida de mujer, nunca intentó crear un efecto de simulación general.
A partir de la década de 1960, las operaciones de reasignación de sexo comenzaron a crear una nueva verdad y un nuevo estilo de belleza trans. Esta opción ha creado un ojo mental que dotará de nuevas intrigas al mundo del entretenimiento y que anunciará un juego infinito de malentendidos y una procedimiento de autorrealización muy costoso en términos económicos y no públicos.
En este nuevo contexto puede tratarse la biografía de Dolly Van Doll, que fue una maravillosa estrella transexual en los escenarios europeos y, los años 70 y 80, en los escenarios españoles. servicio del alma, incluso si hay una amenaza de muerte en el intento.
Este encanto lo llevó al 3er tipo de belleza trans: lo que llamo «ambiguo», en aras de la aclaración. Con el advenimiento de un nuevo marco de libertades políticas, a partir de 1975, la ingesta de revistas eróticas, pornográficas y cinematográficas clasificadas » S» también está prohibido.
El público ya no buscaba sólo insinuaciones y coqueteos, sino también nuevos sentimientos que se ofrecerán, por ejemplo, a través de los desnudos completos de una Susana Estrada en el ámbito heterosexual y una Bibí Andersen en el trans, aunque de consumo cotidiano. Andersen fue , en vida genuina, la joven estrella de los cabarets que impresionó en Cambio de sexo (1977) de Vicente Aranda. Su innegable atractivo femenino quedó aureolado, paradójicamente, por la evidencia de sus genitales masculinos, en una época en que la sexualidad desnuda era un lugar común en quioscos de la geografía española.
En un destacado libro electrónico publicado en 1984 titulado Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality, la antropóloga estadounidense Gayle Rubin evaluó los mecanismos a través de los cuales la sexualidad es un «vector de opresión» no solo a través de la participación en jerarquías sexuales de género sino, en además, muchas otras que configuraron la “normalidad” y la “naturalidad” de las prácticas eróticas. Una “normalidad” que, en definitiva, genera estigmas y condenas, controles legales y beneficios sociales y económicos.
Rubin abrió su estudio con la siguiente reflexión: «Los argumentos sobre el hábito sexual se convierten en herramientas para desplazar las ansiedades sociales y descargar la intensidad emocional que las acompaña. Por lo tanto, la sexualidad deberá ser tratada con especial interés en momentos de máxima tensión social».
En la España de los años 70, se produjeron un sinfín de tensiones políticas y sociales entre quienes apoyaban el mantenimiento del régimen dictatorial y quienes luchaban por el statu quo de un régimen plenamente democrático. El resultado es bien conocido: tras la muerte de Franco en noviembre 1975, se posicionó un procedimiento de transición política que condujo a una fórmula de libertades emanada de la Constitución de 1978.
En la Transición, las élites políticas sintieron menos pánico hacia los rojos que hacia los gays y lesbianas. Y hablemos incluso de las mujeres trans, que siguen siendo estigmatizadas.