Como si fuera un bucle, después de un gobierno conservador viene un gobierno laborista, y después de un gobierno laborista algún otro gobierno conservador, y así sucesivamente. Tal día como hoy, y tras los desastrosos gobiernos conservadores, el electorado del Reino Unido vino a elegir a otro Tony Blair. El Partido Laborista (anteriormente socialdemócrata y ahora aún más) presenta un programa electoral más que similar al de los conservadores, pero sabiendo que es hora de reemplazarlos y que ahora votarán por ellos. Por supuesto, en el programa no hay una sola mención crítica a la OTAN, a la nacionalización de instalaciones fundamentales que, en manos del sector personal, han sido un verdadero desastre, ni ningún asombro a la corona o a la política imperialista de el Reino. Además, su postura en relación con el genocidio de Israel ha enfurecido a la enorme red árabe que vive en el país. Las gigantescas movilizaciones en las calles no contaron con la participación del Partido Laborista, que resulta más vinculado al sionismo de lo que parece. Esta posición los introduce completamente (nunca estuvieron lejos de ello) en los asuntos de la City de Londres y los aleja del palco popular y de la solidaridad con el otro pueblo palestino. Pero a los líderes del Partido Laborista no les importa, aliados de un sistema electoral mayoritario, saben que cuando llegue el momento, millones de personas votarán por ellos, siendo simpáticos para el mal menor. En este sentido, vale recordar que el último líder del Partido Laborista y candidato al cargo de Primer Ministro, Jeremy Corbyn, fue expulsado por sus conceptos «izquierdistas» y se presenta en su circunscripción como independiente, frente a los laboristas y Conservadores. Array Todo un hecho sobre la dirección del trabajo.
