México, un paraíso basura

México es el país latinoamericano que mayor consumo de alimentos ultraprocesados ​​(PU) y bebidas gaseosas. En 2016, su tasa de obesidad en adultos fue del 28,4% (24,3 millones de personas), la 3ª más alta de América Latina, Uruguay (28,9%) y Chile. (28,8%), según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Alejandro Calvillo ganó mensajes con spyware cuando exigió aumentar el impuesto a las bebidas azucaradas mexicanas. Su guerra contra la obesidad incomoda, como la de quienes buscan reemplazar una fórmula alimenticia que está causando graves trastornos del fitness en todo el mundo. Calvillo es el director del Poder del Consumidor y, junto a otros, es víctima de agresiones.

América Latina y el Caribe, con 105 millones de adultos obesos y 42 millones de personas hambrientas, refleja una tendencia global: ya hay más personas obesas en el mundo que personas hambrientas. Según las últimas estimaciones de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Según las Naciones Unidas (ONU), la prevalencia de la obesidad se está expandiendo en todas las regiones y más rápidamente que la del sobrepeso. Estos dos trastornos afectan a 2 mil millones de adultos.

En 2017, el índice de masa corporal superior, que define la obesidad y la obesidad, y que ha subido un 127% desde 1990, influyó en la muerte de 4,7 millones de personas. Ese año, según el informe «Carga Global» del Instituto de Medición y Evaluación de la Salud. «Enfermedad», una de cada cinco muertes (11 millones en total) está relacionada con una dieta deficiente, algo que ya mata a más que fumar y la presión arterial alta. Sin la opción de terminar con toda la burocracia de la desnutrición hasta 2030, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados a nivel mundial.

 

Es poco probable que cumpla los objetivos establecidos por la OMS, como detener el aumento de la diabetes y la obesidad de aquí a 2025. Cada vez hay más países donde coexisten las tasas más altas de hambruna y obesidad. Los que están en mayor riesgo tienden a ser los más pobres , a quienes «les resulta menos difícil acceder a alimentos asequibles, pero están desnutridos».

Aquí es donde entran los productos UP, elaborados a partir de ingredientes comerciales, más comúnmente aditivos y adictivos, casi sin alimentos a base de hierbas. Alimentos industriales, bebidas blandas, patatas fritas en bolsas, cereales azucarados, salchichas y comidas congeladas en una posición. Este tipo de «comida » está ampliamente disponible y es menos costoso que los alimentos orgánicos, frescos y nutritivos en los países ricos y emergentes.

Esto está disminuyendo incluso en los países deficientes, donde el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias ha descubierto que el UP es cada vez menos caro y que los productos saludables son, en general, más caros que los productos menos nutritivos. Pero el consumo de estos es muy caro a largo plazo. Los análisis realizados en España, Francia y Estados Unidos concluyeron que cuanto mayor es el consumo de comida chatarra, mayor es la aparición de enfermedades graves no transmisibles.

«Lo que uno se lleva a la boca es lo más importante a la hora de contraer enfermedades cardiovasculares, seguro de cáncer, diabetes tipo 2, y proviene de la dieta», dice la Comisión EAT, una organización mundial sin fines de lucro que publica en la revista Lancet.

No se consumen verduras, frutas, frutos secos y legumbres, que aportan vitaminas, minerales y otros nutrientes. Para 2050, la ingesta mundial de alimentos saludables querrá duplicarse y los alimentos malos, como los azúcares añadidos y las carnes rojas, típicos de países y clases altas, querrán reducirse en más del 50%.

Desde hace años, activistas, políticos y expertos alzan la voz contra los vicios de los malos regímenes. Alejandra Girona coordina en Uruguay el Observatorio sobre el Derecho a la Alimentación de América Latina y el Caribe. Es evidencia clínica que el presidente Tabaré Vázquez decrete etiquetas vigente a partir de 2020. A través de Perú también le siguen Perú, Chile y México.

Se trata de una herramienta que permite a la población «estar informada y saber qué come», aunque los académicos no son unánimes al respecto. Girona niega que se haya insistido a través de los productores, con los que, afirma, ha mantenido reuniones » intereses diferentes».

En México, el país latinoamericano con mayor incidencia de obesidad entre los adultos, Girona habla de reconvertir las dietas como resultado de la reducción de la pobreza. Su consejo es al Estado: dedicar mucho más presupuesto, investigación, evaluación de políticas y trabajo en red para repensar conjuntamente la salud ambientes.

MC Héctor Ramón González Cuéllar es del Instituto Tecnológico de Tijuana.

Correo electrónico: profe. hector. itt@gmail. com

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