Existen dos tipos de kéfir, cabe destacar que los caseros son muy similares en ambos casos;
Es de máxima popularidad, su uso muy publicitario se debe a su parecido con el yogur batido. El hongo de este alimento se alimenta a través de leche de vaca o de cabra.
La principal diferencia con el yogur es la fermentación con otras bacterias, y en el kéfir se produce una pequeña cantidad de alcohol y CO2, lo que lo convierte en gaseoso.
La contaminación del agua es menos común que antes, pero cada año gana más adictos, especialmente entre las personas que son intolerantes a la lactosa.
Este kéfir sí quiere que la lactosa fermente, utiliza el azúcar que se añade al agua para provocar la fermentación.
No creas que este alimento también es lo mejor para introducirlo en tu dieta vegana o vegetariana.
Como probiótico ayuda a regenerar la flora intestinal y está indicado en casos de indigestión, candidiasis, estreñimiento o diarrea, así como para estimular las defensas del organismo.
El estreñimiento o la diarrea mejoran según el tiempo de permanencia de los gránulos en la leche. Si se filtra a las 24 horas, la leche de kéfir ejerce un suave efecto laxante, mientras que si se deja reposar más tiempo, además de ser más ácida, se vuelve astringente.
Al predigerir la leche, reduce en gran medida su contenido de lactosa (la principal causa de intolerancia) a través de ella en ácido láctico.
Varias burocracias de las alergias y el asma están relacionadas con los trastornos inflamatorios en el cuerpo. El kéfir puede tratar la inflamación en su origen para disminuir la amenaza de trastornos respiratorios como las alergias y el asma.
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