«Primero comenzamos haciendo pruebas de laboratorio con amigos invitados en los Bosques de Palermo, luego participamos en el Festival Clave, en el Cultural Recoleta, y así, probando el formato llegamos a la conclusión que el lugar ideal para realizar la experiencia era la mismísima calle Corrientes», dice Hara Duck, productor de radio y televisión, e investigador de nuevas tecnologías aplicadas a las artes escénicas.
«Elegimos calle Corrientes como centro de operaciones para desarrollar esta experiencia lúdica e interactiva, resultado de un largo proceso de exploración sobre nuevos lenguajes y la búsqueda de nuevas experiencias teatrales vinculadas con la tecnología», agrega Camiser, productor del reconocido ciclo «Grandes homenajes» (a Tato Bores, Jorge Guinzburg, Hugo Midón, Carlitos Balá, entre otros), Viví Francia, Ciclo Protagonistas y gran cantidad de eventos para reconocidas marcas e instituciones públicas y privadas.
¿Cómo se juega este juego? Los espectadores se reúnen en la puerta del teatro e ingresan de forma simultánea a un grupo de la popular red social. Juntos, entonces, salen a la calle para dar inicio a la obra que se lleva a cabo en la zona peatonal de la avenida. Los mensajes los irán guiando para interactuar entre ellos y con su entorno, sin saber si quienes los rodean son actores, espectadores o turistas, gente que pasa e ignora ser parte de un hecho teatral. Van a hacer cosas que no harían si no fuera por la contención, y la excusa, de la contención ficcional. El staff que se entremezclará entre la gente para confusión y diversión de estos espectadores/protagonistas son Léo Kildare Louback, Tamara Kohen, Mercedes Aranda, Brenda Taubín, Carolina Molini, Patricio Jarabroviski, Daiana Camiser, Candela Vera, Agustina Mandia, Michelle Rada, Martina Solari Arena y Ailén Martínez.
Hay que ir preparado. Nada de apagar el celular sino, todo lo contrario, no olvidar tener la batería cargada, el acceso a datos móviles (3G/4G) y, por supuesto, contar con la aplicación de la doble tilde. Muy importante: comportarse como peatones respetuosos de las normas de tránsito. Y, por las dudas, clavar el visto es no responder un mensaje aun cuando se lo haya visto: semejante tragedia tenía que tener su propia obra.
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