Sánchez defiende la monarquía después de presionarla durante semanas

La salida de Don Juan Carlos de España ensombreció, como no podía ser de otra manera, el balance de la legislatura que el jefe de gobierno, Pedro Sánchez, tenía listo para su última convención de prensa antes de irse de vacaciones. El hecho de que el líder socialista dedique una hora entera a cortar su pecho de su gestión no ayudó. Las preguntas sobre los planes de la operación, las grietas abiertas dentro de la coalición o el destino del padre de Felipe VI se centraron en una apariencia en la que Sánchez no necesitaba arrojar gentilmente sobre las incógnitas y proteger la decisión. Casa del Rey Este aplauso se produce después de semanas de tensión para que este establecimiento adopte medidas más contundentes frente a Don Juan Carlos.

«El Gobierno manifiesta su absoluto respeto a la decisión que ha tomado la Casa Real por cuanto representa de distanciamiento de supuestas conductas cuestionables y reprobables por parte de un miembro de la Casa Real», arrancó su valoración. «La línea marcada por la Casa Real es, a mi juicio, adecuada», añadió, esforzándose una vez más por diferenciar a Felipe VI de su padre.

Hace tan solo un mes, el pasado 8 de julio, Sánchez consideraba «inquietantes y perturbadoras» las noticias que se publicaban sobre el padre del Rey y, los días siguientes, distintos miembros de su equipo empezaron a aseverar que el Gobierno saludaría que Don Felipe adoptara nuevas medidas.

La salida del padre del Monarca fue pactada entre éste y su hijo alrededor de una semana después, a mediados de ese mes. Ayer, Sánchez se cuidó en todo momento de no aludir ni aplaudir la renuncia que la salida supone para Don Juan Carlos ni de destacar la relevancia histórica de su reinado.

El líder del Ejecutivo también censuró a quiénes aprovechan el escándalo para poner en cuestión la continuidad de la Monarquía. «En este país ha habido supuestos casos de corrupción en partidos políticos y agentes sociales que han afectado a partidos y agentes sociales, y no se ha cuestionado la pertinencia de los partidos o los agentes sociales. No se juzga a las instituciones, se juzga a personas», recordó. Apenas unas horas antes, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, había exigido la abdicación de Felipe VI.

El líder socialista continuó poniendo en valor que «la respuesta es la que corresponde a una democracia vigorosa», antes de justificar que «España necesita de estabilidad y de instituciones robustas, que tienen que abonarse con ejemplaridad, transparencia y regeneración». Una tesis acertada pero que no se cumple en el caso del Gobierno de coalición. Sanidad mantiene oculto el número de fallecidos reales por coronavirus, La Moncloa se niega a hacer públicas las alertas que el Departamento de Seguridad Nacional recibió sobre el Covid-19 y el vicepresidente segundo está salpicado judicialmente por el «caso Dina».

La salida de Don Juan Carlos ha abierto una nueva brecha en el seno de la coalición que ayer Sánchez intentó ocultar. «Mi Gobierno considera plenamente vigente el pacto constitucional», repitió varias veces, ignorando los ataques que Unidas Podemos viene lanzando contra la Corona. El jefe deli Ejecutivo remarcó, explícitamente, que dentro del marco constitucional se encuentra «la Monarquía parlamentaria».

Tampoco quiso entrar en el malestar de su socio por no haber sido informado del movimiento de Don Juan Carlos. Sánchez justificó su silencio por la «confidencialidad» .y «discreción» que preside sus despachos con Don Felipe. La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, sí fue informada por el líder del Ejecutivo y la Casa del Rey planificó esta operación con ella, a espaldas del vicepresidente segundo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.

Lo único que Sánchez reconoció fue la existencia de «diferencias» entre PSOE y Unidas Podemos en algunas materias pero rebajó su trascendencia y las consideró lógicas al tratarse de dos partidos distintos. Para el jefe del Gobierno lo importante es tener una hoja de ruta compartida. En este sentido, y pese a los cada vez más frecuentes encontronazos entre ministros socialistas y podemitas, dijo estar «orgulloso» del trabajo de la coalición en su conjunto y de todos y cada uno de sus ministros.

Sin embargo, la demora en la comparecencia del presidente mostró que, una vez más, el Consejo de Ministros tuvo un intenso debate, ya que Sánchez hizo que la prensa esperara mucho tiempo, esta vez dos horas. Su aparición se anunció en primer lugar aproximadamente a la 1 de la tarde, aproximadamente 3 horas después del comienzo del Consejo de Ministros, sin embargo, la discusión en ese marco no terminó hasta las dos de la tarde y el jefe de gobierno no se mostró hasta las 3 de la tarde.

El silencio del líder socialista también se prolongó hasta el nuevo escenario del padre del rey. Sánchez declaró que no tenía «información» sobre el destino de Don Juan Carlos, cómo se pagarán sus gastos de seguridad o cuál será su sustento después del retiro de su misión. Una ignorancia que, a primera vista, resulta difícil de atribuir a su prestigio como jefe de gobierno.

El líder socialista bajo presión de que el gobierno y la Corona son «otras dos instituciones» y aludió al hecho de que el rey distribuye libremente la asignación que recibe de los presupuestos. El líder ejecutivo ha estado continuamente bajo presión para que las vacaciones del ex jefe de estado no impliquen fraude de justicia, ya que dijo que debía ser llevado a los tribunales «como cualquier otro español». Un reclamo que fue transferido a través de varios barones socialistas como el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, o socios gubernamentales como el PNV.

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