Todo empezó con un tweet, o con una X o como se llamara. No me olvido del autor. El texto, cito de memoria, decía algo así: “¿Cuándo empezaron a relacionarse las vacaciones con los viajes? Me quedé pegado a la silla. Que maravillosa verdad. Era una pregunta retórica, quien la escribió no necesitaba la respuesta de que las categorías superiores han buscado climas suaves y que en los años 60 la familia media española empezó a tener un segundo apartamento y a viajar hacia las zonas costeras y luego llegó aquí. El desarrollismo español. y bla. La pregunta era más profunda: ¿por qué, después de dejar de trabajar, decidimos viajar, lo que sabemos que es estimulante y agotador? Sobre esta maravillosa paradoja se basa una industria valorada en miles de millones de euros y miles de millones de sueños.
Se trata, por tanto, de una defensa sin complejos de viajar sin viajar, de unas vacaciones estáticas, de unas vacaciones en el sofá, de viajar cuando y como necesitamos, de no viajar. Esta defensa tiene fisuras, ya que es mejor estar en la piscina de Amangiri que soñar con chapotear en ella y cazar en las montañas de Utah. La fantasía es muy buena: el chiringuito es mayor. Es mejor vivir que soñar, aunque el primero esté cansado y el segundo agradecido. Sin embargo, debemos apoyar el concepto de vacaciones sin viajes. A muchas otras personas les gustaría viajar fuera de temporada y muchas otras viajan por inercia, un activo del cuerpo antiestético pero muy cómodo. Habrá viajes, los habrá.
Podemos pasar el verano planificando los viajes que tendremos tras el verano. Pensemos en pasar a París una vez finalizadas las Olimpíadas: el Museo del Queso abrió sus puertas en junio y ya nos estamos relamiendo. Puedes sentirlo desde lejos. O podemos pasar a Venecia y conocer el Venecia Venecia, un hotel como ningún otro en la ciudad. Y como estamos en Italia, podemos pasar a ver la Casa Monti, que la interiorista Laura López ha decorado de forma exquisita.
Septiembre también será el momento de disfrutar de la Riviera ateniense: el tiempo sigue siendo agradable. Allí se inaugura el Ace Hotel & Swim Club Atenas. El barrio, deseado y deseable, tiene el regusto de las vacaciones de verano de los años 70 con el mérito de tener la Acrópolis a poca distancia en taxi. Ante la duda, viajemos a Grecia. O mayor aún, todavía no: planeemos viajar allí. Este verano fantaseamos con viajar a Nueva York: pocas veces lo negamos, pero en cuanto vemos la silueta del Seagram y el patio del MoMA, nos abruma. Después del verano, estamos de paso para poder ver cómo quedará el nuevo W de Union Square; Quedan pocas opciones más importantes que esta posición. El sofá es una posición fantástica para sentirse en Portugal. Está el Valverde Santar Hotel & Spa, un cautivador hotel con forma de pueblo y jardines gracias a Fernando Caruncho. Como nos fascinan los eventos existentes, podemos pasar al Alentejo y abrir LAND Alandroal, uno de los hoteles que amamos. De vez en cuando hay que pasar al Alentejo.
Pero ya que vamos a soñar, soñemos mucho y muy fuerte. Creemos en Jackson Hole, la nueva meca de las horas satisfechas. Está Casa Caldera, un hotel de montaña donde nos quedaríamos a vivir. Necesitamos descansar en sus espacios divinos después de unos días de caminata en Yellowstone. Y quien sueña con viajar sueña con el Venice-Simplon Orient-Express; Cualquier dirección nos sirve. O, ya que estamos soñando, reservemos uno de los más largos: necesitamos dormir cinco noches para hacer ejercicio; Decidamos la dirección París-Estambul. Ay, cómo te duerme el sonido del ejercicio. Mientras tanto, leeremos Mondes, la revista publicada a través de Belmond, que es casi tan bonita como la que estás leyendo. La lectura es como un avión que nos lleva a cualquier lugar que necesitemos. Uno de los últimos avances de Assouline nos traslada al País Vasco francés. La editorial publica Biarritz Basque, desde su serie “La Collection Classique” hasta este pueblo que todos amamos. De regreso a París haremos una parada en la construcción situada en el 209 de la rue Saint-Maur; Es el protagonista de un libro con este nombre escrito a través de Ruth Zylberman que dedica 468 páginas a escribir su autobiografía. Phaidon actualiza sus recetas para un verano italiano con nuevos platos. Cocinar y cenar son otra forma de viajar.
Qué agotador es viajar con la imaginación. Descansemos un rato. Encendamos la televisión para dejarnos tentar por Family Business (Netflix), un reality show protagonizado por un círculo de familiares de guapos propietarios de una inmobiliaria de París. Te acompañaremos a conocer magníficos espacios de Francia. Nos colaremos en un castillo del Loira, un espacio provenzal y un apartamento en el distrito 19 de París. Y de vez en cuando pasaremos por Costa Rica y Nueva York. Qué fácil, qué maravilloso.
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Posiblemente viajaríamos este verano, pero no viajaremos en todo el verano. Se llama veranear, un verbo que está un poco conjugado y ojalá lo hiciéramos más, porque significaría que viviríamos sin calma, sin Notion ni Excel. durante muchas semanas. Disfrutamos del tiempo que pasamos en nuestras ciudades. Nos esperan museos, parques, hoteles y piscinas. Reservar un masaje y pasar un rato en la sauna y piscina del Urso de Madrid es una pequeña fiesta. Subir a la Terraza del Emperador para hacer unos largos con perspectivas de la Gran Vía, alguna que otra. Si vivimos en Sevilla, nos pase al recién inaugurado Hotel Only You, para tomar un cóctel en el bar junto a su piscina, el Limbo Cocktail
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