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Pedro Sánchez ha señalado que la respuesta dada por la Casa Real con Juan Carlos I «es la adecuada«. Tras mostrar su «absoluto respeto» por la decisión de abandonar España del rey emérito, se ha escudado en «la reserva y confidencialidad» de sus conversaciones con el jefe del Estado para no dar detalles. Ni siquiera para confirmar o desmentir si ha mantenido informados a sus socios de Unidas Podemos de cuál iba a ser el desenlace de las conversaciones con la Zarzuela. Según los morados, todo se ha hecho a sus espaldas.
El presidente del Gobierno ha sido un frontón ante la avalancha de preguntas tras la reunión el Consejo de Ministros sobre la reacción de la Casa del Rey y la salida a un tercer país del anterior jefe del Estado. Ha apuntado que las respuestas a muchos de los interrogantes las debe dar la Zarzuela y no el Gobierno. Ha dicho desconocer en qué país se encuentra tras una mañana de especulaciones sobre su paradero en Portugal o República Dominicana. También ha comentado que ignora de qué manera se va a financiar Juan Carlos de Borbón su estancia en otro país dado que Felipe VI le retiró en marzo pasado la asignación anual de 194.000 euros.
Sin embargo, lo que hizo fue dar la bienvenida a la reacción del rey a las «prácticas supuestamente anormales» de su padre porque «marcó distancias» y así ayudó a que la Corona fuera «ejemplar, transparente y más robusta». Sánchez también presiona para que otras personas sean prominentes en los establecimientos que representan, y en este caso es Juan Carlos de Borbón quien está en el punto culminante por sus presuntas prácticas monetarias anormales, no la Corona.
Presiona que el compromiso del Gobierno que preside «con el pacto constitucional», es decir, con la monarquía parlamentaria, es absoluto. El pacto, bajo presión, «está completamente en vigor». Una manera de marcar distancias con su vicepresidente de momento, Pablo Iglesias, y con Unidas Podemos, quienes, además de llamar a la partida del rey emérito un «vuelo indigno», han reforzado sus mensajes republicanos.
Sánchez arrojó una pala de piso sobre esas diferencias y justificó, como siempre, la disparidad de criterios entre los dos socios gubernamentales por el hecho de que son «otros partidos de otras culturas políticas». Pero esas diferencias de enfoque, dijo, ponen en peligro la continuidad de la coalición gubernamental, de la que está «muy orgulloso» del trabajo.