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En una ofensiva sin precedentes de un presidente del Gobierno al instituto armado, uno de los pilares de las fuerzas de seguridad nacionales, Pedro Sánchez, justificó la destitución de Pérez de los Cobos por formar parte de una operación mayor encaminada a «destapar» a una supuesta «policía patriótica» puesta en marcha por el PP cuando estaba en el poder para «ocultar sus vergüenzas». Se trata de una acusación que supone una inaceptable deshonra para un coronel de una impecable trayectoria y de una extensa hoja de servicios como Pérez de los Cobos y por extensión para un cuerpo que se ha caracterizado siempre por su defensa de la seguridad de todos los españoles desde la más estricta legalidad. Con su ataque, además, Sánchez coloca en una difícil situación a David Blanes, el oficial que sustituirá a Pérez de los Cobos -destinado a tareas burocráticas-, después de que muchos otros se hayan negado a aceptar el ofrecimiento del ministro de Interior.
Finalmente, con este inmerecido agravio, el presidente del Gobierno demuestra su temor a que la autorización de la manifestación del 8-M -desoyendo las alertas sanitarias de la OMS-, se convierta en su talón de Aquiles. La propia directora general de la Guardia Civil reconoció que el fulminante cese de Pérez de los Cobos se produjo por su negativa a violar la ley e informar al ministro sobre la investigación que lleva a cabo la magistrada Rodríguez-Medel, en la que ya está imputado el delegado del Gobierno. De ahí que Sánchez presentase ayer como modélica su gestión de la crisis, pretendiendo, aun a costa del prestigio y del honor de la Guardia Civil, ocultar su negligencia.
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