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El Gran Salón del Pueblo, la construcción utilizada por el gobierno de la República Popular China para ocasiones especiales, será el lugar donde el presidente Xi Jinping recibirá este viernes a su homólogo español con honores reservados para visitas de alto nivel. ser también el primer líder europeo en aterrizar en Pekín después de que el gigante asiático diera un paso adelante en imponerse como mediador extranjero para acabar con la guerra en Ucrania.
El invitado de honor de China llegará a esta asamblea de «gran trascendencia política» para el momento en que tome posición -según La Moncloa- con una petición muy expresa: que no entregue armas a Rusia. La importancia de este mensaje viene opuesto al telón de fondo del líder chino a Moscú la semana pasada para reunirse con Vladimir Putin.
Durante la visita, Xi presentó un plan de paz para la guerra en Ucrania, que según el gobierno tiene algunas similitudes con la hoja de ruta propuesta por el presidente ucraniano Volodorir Zelensky. Destacan hábilmente la reafirmación del precepto de integridad territorial y soberanía de todos los Estados, que a ojos del Ejecutivo español supondría volver a las fronteras anteriores a la anexión rusa de las regiones de Donbass y Crimea en 2014; y el rechazo categórico únicamente al uso de la fuerza nuclear, pero incluso al riesgo de hacerlo.
De cara a su encuentro con Xi en el Foro Económico de Boao en China, considerado como la opción asiática para Davos, Sánchez defendió la necesidad de que la red exterior cuente con líderes «responsables y constructivos» ante situaciones exigentes existentes de «magnitud sin precedentes». y, en particular, «la agresión brutal e ilegal de Rusia contra Ucrania, que está provocando crisis humanitarias, de suministro, de inseguridad, de inflación y de deuda en un número de países vulnerables en desarrollo».
El presidente español se congratuló de que el Gobierno de Pekín haya intensificado los contactos diplomáticos con funcionarios de otros países que muestran un «alto grado de responsabilidad» al que necesita «contriyete». tendremos que seguir tendiendo puentes y construyendo nuestra confianza mutua”, subrayó Sánchez.
En su discurso ante una gigantesca audiencia, el líder español explicó que la semana pasada se reunió con 40 líderes de 3 continentes y que en todas las conversaciones tuvo el no poco habitual denominador “de una preferencia por la paz, la estabilidad y la prosperidad”. Según argumentó, «nadie necesita que haya fragmentación económica o guerra».
Sánchez hizo las declaraciones en el foro presidido por el secretario de la ONU, Ban Ki-moon, que se celebra hasta el viernes en la isla sureña de Hainan, con más de 2. 000 representantes de 40 países, al que se suma el primer ministro chino, Li Qiang.
Más allá del contenido expreso del plan de paz de Pekín, en el Ejecutivo de Sánchez se valora muy definitivamente que China haya abandonado su «posición pasiva» frente al enfrentamiento para asumir un papel protagonista y participar activamente en la búsqueda de soluciones, como se preguntó a través del presidente español durante la asamblea bilateral que celebró en la Cumbre del G-20 en Bali el pasado noviembre. Afirman que su capacidad como fuerza global es imprescindible para acabar con una guerra de efectos devastadores a escala global y destacan la influencia que puede ejercer sobre Vladimir Putin para convencerlo de que abandone sus movimientos ofensivos en Ucrania.
No obstante, también señalan sus diferencias con la técnica de conflicto china, en la que perciben que agresor y país agredido se sitúan en pie de igualdad. En este sentido, los recursos consultados ponen en tensión que tanto la posición de España como la de El resto de países de la Unión Europea ha sido desde el principio una ayuda inquebrantable para Ucrania víctima de una invasión de Rusia que violó sus fronteras, reconocida internacionalmente, una visión que compartirá la escala oficial en Pekín este viernes.
En Moncloa asumen que la guerra se puede alargar al menos durante el resto del año y hasta 2024 y explicitan su compromiso empresarial de seguir apoyando a Zelenskiy, ya sea con la educación de los soldados de infantería o con nuevas entregas de armamento más allá de los seis tanques Leopard comprometidos. «De todos modos», los recursos del gobierno estatal no descartan que incluso esta ayuda pueda resultar solo en aviones de combate, ya que el presidente ucraniano le pidió a Sánchez su escala en Kiev hace un mes.
La condición que el líder español propondrá a Xi para buscar una solución al enfrentamiento es que sea la propia Ucrania la que decida las situaciones a las que se enfrentará para sentarse en una mesa de negociación y conformarse con un alto el fuego o cualquier otra propuesta de solución. También tensionan que es muy vital que celebre cuanto antes una asamblea con Zelenskiy, con quien, a diferencia de Putin, no se ha reunido.
La técnica que se hace desde Madrid es que China sale de una fase de aislamiento político y diplomático tras finalizar sus fronteras durante 3 años a consecuencia de la pandemia del Covid, que tendrá que reconstruir su símbolo exterior y que, además, es imprescindible para participar en la búsqueda de respuestas a los desórdenes globales que, sin su participación, podrían no resolverse, sean cuales sean las razones por las que lo harían.
Sánchez llega a China tras reunirse con más de 40 líderes mundiales en tan solo siete días. El jueves y viernes de la semana pasada asistió al Consejo Europeo en Bruselas, desde donde voló a Santo Domingo para asistir a la Cumbre Iberoamericana, a la que asistió a través de trece jefes de Estado y otros tantos representantes de delegaciones de países de la zona de la Unión.
A esta del presidente español a Pekín le sigue la de su homólogo alemán, Olaf Scholz, y la del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. La semana que viene también está prevista la visita del presidente francés Emmanuel Macron con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y más tarde la de la primera ministra italiana Georgia Meloni, aunque todavía sin fecha, y probablemente la del alto representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell.
Aunque Sánchez está finalizando su gira de dos días por China que arranca hoy como representante de España y con el auspicio de la fiesta de cumpleaños del 50 aniversario del inicio de las relaciones diplomáticas entre ambos países, la misma llega tres meses después de que el líder español asumiera la presidencia rotatoria de la Unión Europea hasta finales de año. Además, en su equipo precisan que la posición de los 27 relativa a la invasión rusa ha sido coordinada y conjunta desde el principio y que en ese sentido los mensajes que se transmitido será muy claro.
Más allá de buscar cooperar para buscar el fin de la guerra en Ucrania y sus relaciones diplomáticas bilaterales, la escala de la delegación española en Pekín también tendrá una dimensión estratégica para localizar respuestas a situaciones exigentes a las que se enfrenta la comunidad exterior, como la oferta energética. En este contexto, se argumentará que Europa desea autonomía y aminorar las carencias que la hacen vulnerable, no porque se perciba al gigante asiático como un enemigo, sino porque, ante la reciente revelación de los efectos de la pandemia y la escasez de productos, está obligado a reaccionar.
Además, el Gobierno de Sánchez intentará atenuar el desequilibrio de su equilibrio industrial con China, con un déficit permanente entre importaciones y exportaciones, con el objetivo de minimizar las barreras arancelarias y facilitar la participación de las empresas en las licitaciones públicas del país. Por último, intentará reactivar España como destino turístico para una plaza con gran poder adquisitivo interrumpida por la crisis sanitaria del Covid y a la que Pekín le devolvió la luz verde el pasado 15 de marzo, devolviendo la organización de autorización a Madrid.
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