Pedro Sánchez no tuvo un día inteligente

El Consejo General del Poder Judicial dictaminó que el Fiscal General del Estado era «incapacitado» para desempeñar sus funciones, y el Tribunal Supremo anuló el nombramiento de Magdalena Valerio como Presidenta del Consejo de Estado.

Como cuestión de derecho inteligente, ninguna de las resoluciones merece sorprender. Hace unos días, el Tribunal Supremo ya anuló el ascenso de la exfiscal Dolores Delgado a la máxima categoría pro, la de Fiscal de Sala, y advirtió que el fiscal general, Álvaro García Ortiz, había cometido un «desvío de poder» para favorecer su antecesor y amigo. Array Horas más tarde, el Gobierno ratificó a García Ortiz como fiscal general, lo que fue advertido como una advertencia al Tribunal Supremo, con el que Sánchez y su Gobierno han tenido enfrentamientos en los últimos años. Básicamente con la Sala Segunda que intentó y condenó a los integrantes del proceso y que, posteriormente, como la mayoría de los miembros de la carrera fiscal y judicial, criticó la resolución de modificar el Código Penal para derogar el delito de sedición y disminuir la acusación. de malversación de fondos, favoreciendo así a los culpables de intentar derribar el orden constitucional.

​ En cuanto a la decisión respecto a la ex ministra de Trabajo Magdalena Valerio, presidenta del Consejo de Estado desde octubre de 2022,  cuando el gobierno propuso su nombramiento ya se produjeron diferentes consideraciones sobre su idoneidad, porque no cumplía uno de los principales requisitos, ser una jurista de reconocido prestigio.

La confrontación entre las instituciones más importantes del Estado y el gobierno ha terminado, y las consecuencias serán desastrosas para muchas otras personas involucradas, profesionales de la religión inteligente que defienden la gestión de la justicia como una inteligencia del Estado y se aseguran de que este gobierno ponga sus intereses, especialmente los del presidente, en proteger una justicia justa, a pesar de los despidos. Un poder judicial independiente frente a la presión del Ejecutivo, en parte porque este último ha cedido a la presión de los líderes condenados por la Corte Suprema, o en fuga, que no son fáciles de indultar, ni siquiera de amnistía, a cambio de la ayuda de un presidente que no obtuvo los escaños obligatorios en las elecciones.

Lo que probablemente Sánchez no entendió del todo es que, aunque los fiscales dependen administrativamente del Ministerio Fiscal, son capaces de proteger con uñas y dientes su profesionalidad, al igual que los jueces protegen su independencia, y así se expresan, al máximo de la época. Incluso una porción gigante de los progresistas.

​Tampoco calibró Sánchez que, al contrario de lo que ocurre con quienes no tienen futuro si pierden sus cargos de gobierno, los jueces y fiscales tienen vida propia y una profesión a la que llegaron por oposición y no está sometida a caprichos políticos ni intereses partidistas.

Sánchez cede ante Puigdemont y Junqueras, pero jueces y fiscales están defendiendo el Estado de Derecho ante las arbitrariedades de Sánchez y su falta de respeto a la ley y a las instituciones.

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